La genia de la lámpara.

Había una vez, un lugar que llevaba de nombre “La vida es un juego”.

Ahí todo tenía cabida, a cada persona que lo visitaba no la dejaba impasible, sus vidas, de una manera u otra cambiaban.

Da igual la edad, es un lugar apto para todos los públicos.

Tiene rincones, exposiciones, juegos, columpios… que se adecúan a todas las edades y momentos vitales. También hay montañas, ríos, cascadas, lagos, animales, preciosos bosques…

Hubo un día, un domingo cualquiera de noviembre, una familia que llevaban tiempo deseando conocer ese lugar lleno de magia del que tanto habían oído hablar decidieron ir a pasar allí el día. Así que las dos mamás con su hijo, el pequeño Javier, salieron de casa con la incertidumbre de qué ocurriría allí.

Al llegar, comenzaron a caminar, dejándose llevar por sus senderos. A través del olor fresco del otoño se respiraba una bonita calma.

El pequeño Javier corría y saltaba a fin de regular todas las emociones que bailaban dentro de él, se sentía muy entusiasmado en ese lugar. De pronto, se topó con una montaña de hojas recién caídas de los árboles y amontonadas por el viento. Sin dudarlo ni un instante, fue directo a lanzarse sobre esa montaña llena de colores otoñales, amarillos, naranjas, marrones… Comenzaron a jugar los tres tirando hacia el cielo puñados de hojas que caían lentamente sobre ellos. Javier reía a carcajadas.

Entre las hojas algo brillaba, Javier fue el primero en ver ese objeto que lejos estaba de ser algo de la madre naturaleza con tal brillo.

Paró de jugar y se dirigió a cogerlo, corriendo se lo mostró a sus mamás.

- ¡Guau hijo! Es una lámpara mágica. - dijo mamá.

- ¿Una lámpara mágica? - Javier se encontraba desconcertado.

- Sí hijo, si le das calor y cariño mientras la frotas puedes pedir 3 deseos que te concederá la genia de la lámpara. - le explicó mami.

- ¿Cómo?, ¿3 deseos?, ¿la genia de la lámpara?, ¿quién es?, ¿lo que yo quiera? - a Javier se le acumulaban las preguntas.

Ambas sonrieron e invitaron a Javier a jugar y a ver qué pasaba.

Buscaron un lugar que a los tres les gustara.

Lo encontraron, una gran arboleda de robles, ahí se sentaron en círculo.

Y… el pequeño Javier comenzó a darle calor a la lámpara mientras la abrazaba. Se sentía muy nervioso e ilusionado con lo que sus mamás le habían contado.

Los tres decidieron cerrar los ojos y hacer tres respiraciones profundas mientras ponían las manos y sus mejores intenciones sobre la lámpara.

Al exhalar la última respiración apareció ella, ahí estaba, LA GENIA DE LA LÁMPARA.

El pequeño no podía ni parpadear de lo que estaba viendo y viviendo.

La genia miró a cada una de las personas que habían decidido que querían pedir algún deseo a través del calor y el cariño que le habían proporcionado a su casa, la lámpara.

Ella, la genia, se sentó en el círculo con la familia, sentía mucha curiosidad y amaba hacer preguntas a las personas y los animales con los que tenía la oportunidad de interactuar.

- ¿Cómo estáis? - preguntó la genia.

- Alucinando, ¿quién eres?, ¿vives ahí dentro?, ¿cómo duermes? - al pequeño Javier se le volvían a acumulaban las preguntas.

Ella sonrió y le explicó.

- Javier, mi nombre es Alma y soy la genia de la lámpara, como bien te han explicado tus mamás con calor y cariño salgo de mi hogar con una misión.

- Sí, sí, yo lo sé - se aceleró Javier a decir - ¡puedes concedernos 3 deseos! ¡Yo quiero!

- Bueno, ahora no es del todo así - empezó a explicar Alma - Antiguamente sí, pero en el consejo de sabias que tenemos cada año propuse hacer un cambio y fue aprobado.

- Pero… ¿por qué? - dijo Javier un poco decepcionado.

- Porque hay que ser muy responsable con lo que se desea y se pide. Pude darme cuenta de ello después de miiiiiles de deseos que concedí a cientos y cientos de personas que al cabo de un tiempo no estaban muy contentas con sus tres deseos.
Así que ahora, puedo concederos únicamente una cosa. Os cuento en qué consiste y cómo lo haremos.
Primero vamos a caminar descalzos por la tierra de este bosque de robles, caminaremos despaaaaacio, despaaaaaaaacio, en silencio y respirando en cada paso que damos.
Podéis ir con los ojos abiertos o cerrados, como cada una prefiera.
Y, cuando así lo sintáis, volveremos, en silencio, a sentarnos en este círculo mágico que habéis creado.

Tras unos minutos donde estuvieron caminando los 4 seres que habitaban ese trocito de bosque, crearon de nuevo el círculo y la genia de la lámpara pasó a explicarles los siguientes pasos:

- Ahora, entre los tres, de manera conjunta elegiréis qué pedir. Podéis elegir lo que queráis, siempre y cuando no sea algo material y sea para vuestra unidad familiar y/o para la sociedad.
Será un único deseo.
Os dejo tiempo para que podáis sentirlo.

Alma se fue a dar un paseo por el bosque mientras la familia estaba reunida deliberando.

Cuando ya lo tenían claro el pequeño Javier fue dando saltos y volteretas hacia la genia de la lámpara.

Una vez todas reunidas, Javier le dijo cuál era el deseo que tenían.

- Deseamos que nos acompañe siempre el poder de la comunicación. Queremos que sea un poder que nos ayude cuando nos sentimos bloqueados, enfadados, tristes… Y así poder compartir cómo estamos, pedir ayuda, decir algo que no nos haya gustado…

Alma se quedó unos instantes pensativa mientras respiraba profundamente.

Inhalaba y exhalaba.

Estaba en calma.

- Muchas gracias por desear algo que no es material, algo que os ayudará a crecer como familia y a cada una de manera individual.
La comunicación os acerca a la libertad.
¡Enhorabuena, familia!
Ahora nos cogeremos todas de las manos para poder concederos este deseo. Cerramos los ojos y respiramos profundamente.

Alma comenzó a recitar unas palabras:

Yo, Alma, genia de la lámpara del bosque de robles de La vida es un juego, me dispongo a conceder el deseo a la familia aquí presente, el deseo de… EL PODER DE LA COMUNICACIÓN.

Ahora, necesito que todas repitamos tres veces y a la vez: «el poder de la comunicación».

Inhalamos, exhalamos y… 1, 2, 3…

«EL PODER DE LA COMUNICACIÓN»

«EL PODER DE LA COMUNICACIÓN»

«EL PODER DE LA COMUNICACIÓN»

De pronto, un destello de luz blanca hizo que Alma se fuera de nuevo a la lámpara impregnando de luz a las dos mamás y al pequeño Javier, concediéndoles así su deseo para que siempre les acompañe.

Y tú, ¿qué pedirías?


¡Gracias por estar!

Un abrazo de alma a alma.

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